MARISA, CARLOS & CIA.

Hacía un día precioso para un reportaje de fotos de familia. Málaga tiene esas cosas, que casi nunca hace malo, que casi siempre es precioso. Con nubes y con sol. Y tenía a la familia perfecta. Y la familia perfecta, además, había venido vestida que no le faltaba un perejil. Marisa llevaba meses detrás de mí para que les hiciera este reportaje pero siempre pasaba algo, unas veces la luz, otras veces el trabajo de ellos, que es estresante y los acapara. Y, al final, nos pilló la pandemia. Pero la pandemia  también trajo el empujón final con ese darse cuenta de que ahora o nunca, de que hay que construir recuerdos nuevos, de que los niños se están haciendo mayores. Y este momento hay que capturarlo ahora antes de que sea tarde y llegue la edad del pavo y no se dejen fotografiar. Aunque los niños de hoy en día, ¡menudos pavos reales! ¡Les gusta una cámara más que a mí!

Total, que nos organizamos, estudiamos el vestuario, estudiamos la localización. Las ganas ya las traíamos de casa y allá que nos fuimos. Carlitos y Claudia son dos torbellinos sin la menor vergüenza. Claudia es la pequeña, pero chincha como una hermana mayor, y Carlitos tiene más paciencia que un santo y una retranca que para mí la quisiera. Se entienden y hacen equipo y parecen tener un lenguaje propio que soluciona cualquier posible conflicto entre ellos.

Así es como sale un reportaje de fotos de familia natural, sin poses ni artificios: dejando a los niños y a los padres ser, jugar, gastarse bromas. Ser tiernos, cariñosos, divertidos. Málaga no defraudó, la luz era espectacular y todo funcionó a las mil maravillas.

Marisa es una mujer preciosa con una sonrisa que lo ilumina todo, con ella no podía ser más fácil. Sé que le daba un poquito de vergüenza, como nos da a todas cuando tenemos una cámara delante. A mí todavía más, que estoy acostumbrada al otro lado del objetivo. Pero conseguimos aplacar su timidez creando un ambiente cómodo y el resultado es que salió tan guapa y natural como ella es. A Carlos le daba un poco más de apuro, ya sabemos, a los chicos a veces les cuesta un poquito más esto de hacerse fotos, pero luego les gusta verse reflejados en ellas. Y más si es con su familia. Carlos, además, es un aficionado a la fotografía y le gustan los entresijos de la profesión, así que hizo de tripas corazón, se dejó llevar por la energía del resto y como además es un tipo de lo más guapetón y con la vergüenza encima le daba la risa, al final todo fue perfecto.

Pasamos una tarde estupenda llena de color, de risas y de buen rollo. Es el ambiente que crean ellos con su aura de familia que se quiere, se entiende y se compenetra. Para una fotógrafa como yo eso es oro. Un lujazo. Tengo el privilegio de haber sido la que ha hecho un reprotaje de fotos de familia en momento tan guay de estos niños que dentro de nada ya serán adolescentes y nos harán viejos a nosotros y ¡socorro!