Boda en málaga
María & alberto
María y Alberto son para mí una pareja muy especial. Se casaban en una ciudad nueva para ellos sin más ayuda que su propia intuición y una idea fija: querían una boda hecha a su medida. Nada de protocolos ni de obligaciones; nada de convencionalismos: querían tomar de aquí y de allá aquellas cosas que más les gustaran y convertirlas en algo significativo que pudieran disfrutar sin nervios ni prisas.
¡Os muestro algunas pinceladas! El padrino y la madrina fueron sus sobrinos de un lado y de otro. María, que tenía clarísimo que quería un vestido sencillo y cómodo y nos dejó a todos deslumbrados, quiso caminar sin cortejo, sola ante el peligro de la mano de su sobri, tan muerta de corte la peque que parecía a punto de salir corriendo; en el cóctel sonaba Vetusta Morla, Alberto no llevaba corbata ni pajarita (y qué guapetón, amigos), las luces de verbena iluminaban el jardincito: la magia y la personalidad inundaban la ceremonia. Y yo allí, encantada de la vida, ¡zasca!, fotos por aquí fotos por allá y, recibiendo todo el tiempo nada más que buen rollo, el que llevaban los novios, la familia y el resto de los invitados. Porque una cosa estaba clarísima: aquello iba de vivir la experiencia a tope.
¿Conclusión? Shhh… Os voy a contar un secreto… Cuenta la leyenda, que a las tantas mil de la mañana bajaban la calle los últimos invitados cantando aquello de Asturias, patria querida… Me da la sensación de que se lo pasaron bastante bien…