preBoda en frigiliana
Clara & Pablo
A estos dos los unió el buen humor. Si me apuras, te diría que los unió Chiquito de la Calzada. “Paparl, paparl, llévame al circo”, se arranca él acompañándose con un bailecito de pies y un juego de muñecas. La otra se parte de risa todas las veces. Todas. ¿Que si eso es amor? ¿Qué lo es, si no? Así son las cosas bonitas.
Hacía un tiempo un poco extraño y en lugar de irnos a la playa a hacer las sacrosantas fotografías con mar optamos por darnos un paseo por un precioso pueblo blanco malagueño con puertas azules, geranios en las ventanas y gatos en el empedrado. Y si hay gatos, a Clara le parece todo bien. El entorno era una maravilla con lo cual la mitad del trabajo estaba medio hecho. Y la otra mitad lo hicieron ellos con sus miradas, con sus risas, con su actuar delante de la cámara como si no existiera en el mundo nada ni nadie más que ellos. El sueño de un fotógrafo de bodas: que tus clientes ni te vean, que sólo se vean entre sí. Esta fotógrafa que suscribe no pudo terminar su sesión más encantada, ni más enamorada de ellos ni, con más arruguitas en los ojos de tanto sonreír. Hay amores contagiosos.
Fotografías de novios guapos y maravillosos en el invierno de Málaga, ¿qué podría salir mal?
A confesar: después de la sesión cayó un pequeño aguacero, con lo que tuvimos que refugiarnos allí donde ponían una sopa de cocido que resucitaba a un fotógrafo. Y si hay buenas viandas, a Pablo le parece todo bien. A estos novios también les va el comer bien. ¡Estamos hechos los unos para los otros!