cristina & felipe

Cristina y Felipe se conocieron cuando aún estaban en el instituto y allí es donde empieza su historia. Crecieron juntos, aprendieron juntos a formar un equipo invencible, construyeron una casa, formaron una familia. Hace años que Cristina lleva un anillo en el dedo, se sentían ya casados, pero querían disfrutar la experiencia de expresar su amor mutuo delante de todos sus amigos y la familia.

Y montaron una boda preciosa. Íntima, divertida, llena de detalles y momentos emotivos. Ella es todo nervio, él tiene una mirada tierna. Ella iba preciosa, él tenía una sonrisa que era todo sol. Desde los preparativos de la novia todo fue bonito y familiar; el padrino veía el fútbol con una sonrisa guasona mientras las mujeres de la casa (un montón) se afanaban en el jolgorio de ponerse guapas. Yo, allí, una mujer más, disparaba en todas las direcciones, porque allá donde apuntase con mi cámara estaba pasando algo bonito.

Fue una ceremonia sencilla y elegante, civil, donde amigos y familiares tuvieron la oportunidad de expresar qué significaba la pareja para ellos. Los novios también se dijeron unas palabras. Compartieron anillos, simbolizaron la unión con la ceremonia de la arena y, sorpresa, sin que nadie supiera nada, ni siquiera yo misma, la novia, con una voz preciosa, se arrancó a cantar al novio allí delante de todos. Torrente de lágrimas de todos los presentes. Tsunami de alegría y de orgullo. Teníais que haber visto la cara de Felipe…

A partir de ahí acabaron los nervios y empezó la fiesta. Y me quedo corta si os digo que no he visto más ganas de juerga en mi vida. Los novios, los niños y el resto de invitados, durante la cena, ya bailaba alrededor de las mesas, así que os podéis hacer una idea. Me ha contado un pajarito que cuando casi todo el mundo se había ya marchado, los padres de la novia “conspiraban” para ir a desayunar churros al centro y buscar la manera de continuar la fiesta. ¡De tal palo tal astilla! Esta boda fue un éxito total de principio a fin.