Hoy, en Ana Marielina Fotografía, estrenamos dinámica nueva en el blog, y es que a partir de ahora queremos contaros cositas sobre nosotros, aquello que nos hace ser lo que somos, lo que nos emociona, lo que nos identifica. No siempre serán bodas, no siempre serán fotografías, puede que no siempre sea en Málaga.
Y hemos pensado que cualquier estudio de fotografía de bien que piense en la igualdad de sus integrantes empieza cantando las alabanzas del último eslabón de su cadena. Por eso queremos presentaros a Kimchi, nuestra becaria, la encargada de las tareas diarias más importantes. Sus funciones pasan por ejercer de despertador, de modelo, de psicóloga; no necesitamos consultar el parte meteorológico, ella es la primera que olisquea el ambiente y decide si ese día hace bueno o malo, y si podremos o no salir a hacer buenas fotos con buena luz a la calle. Su diminuto – pero portentoso – cerebro es una tabla de Excel con una organización férrea: el horario de trabajo es inamovible, así como los descansos; ella tiene clarísimo a qué hora es el recreo y qué combustible hay que echar al estómago para continuar la dura jornada. Dura jornada que pasa acostada en su camita controlando nuestra seguridad y una posible y feliz visita del repartidor de Amazon, su proveedor preferido.
Cuando tenemos que salir a cubrir una boda, ella detecta la emoción mientras preparamos los equipos y se afana por relajar la tensión empeñándose en jugar alrededor de las bolsas con los objetivos. Tengo que decir que funciona: pasas de tener el nudito en el estómago por el día tan importante que vas a cubrir, a quererte morir por si no has cerrado bien el estuche, se cae y se estropea el objetivo, e inmediatamente a tener un ataque de risa porque todo está en orden y porque la becaria es que no puede ser más adorable cuando se pone en plan trasto.
Total, amigos, en definitiva, la función esencial de la señorita Kimchi es hacernos los días más felices y conseguir que jamás estemos enfurruñados. Cuando volvemos de una sesión de fotos ella tiene preparada la fiesta sorpresa.
Tengo la sensación de que ella nos da más de lo que nosotros le damos a ella.







