En general, del proceso de organizar los preparativos de una boda, lo que más disfrutan las novias es lo de encargar el vestido. Casi lo pongo con mayúsculas de lo «momentazo» que es. Como fotógrafa de bodas en Málaga, lo que más disfruto yo, o de las cosas que más me gustan, es ir a vuestras casas, hoteles, la casa de vuestros padres, donde quiera que os estéis arreglando, y captar esos momentos llenos de ilusión, de nervios, que compartís con vuestra familia y amigos más cercanos. Ese querer que todo pase despacito para poder saborearlo bien, pero a la vez las prisas para estar listas a la hora de salir para la ceremonia. «El ramo, que no se me olvide, tráeme los pendientes de la abuela, ¿dónde he dejado la barra de labios?»
Durante las reuniones que mantenemos los meses antes de vuestro gran día, me gusta preguntaros y que me contéis qué tenéis pensado, dónde lo vais a encargar, si traéis ya alguna idea. Me gusta. Yo ya me vestí con el mío y, como esto sólo se hace (generalmente) una vez en la vida, me encanta revivirlo con vosotras.
Hay novias que lo tienen clarísimo, otras a las que les cuesta más dar con el estilo que mejor va con ellas. ¡Hay tantas posibilidades! Vestidos con más volantes, con tul, plumeti, largos, cortos, los diferentes tipos de escote, las espaldas, con mangas, sin mangas, más sencillos, más «princesa», incluso los trajes de chaqueta para novia. Todo un mundo. Lo importante es sentiros vosotras mismas, sentiros en vuestra piel de novia. Que os reconozcáis.
Veréis aquí abajo algunas de las novias a las que he fotografiado con sus elecciones. Vestidos sencillos con detalles preciosos como los de Valerio Luna o espaldas elegantísimas como los de Rosa Clará por poner un ejemplo, y también vestidos ideales de diseñadores malagueños maravillosos como Jesús Segado , Montesco Alta Costura o Javier Jiménez, entre otros.