Nos parece que no, nos parece lejanísimo, pero pronto estaremos dando buena cuenta de los aperitivos del cóctel de boda, lo mejor de la parte gatronómica del día, desde mi punto de vista. Ese desfile de sorpresas durante aproximadamente hora u hora y media en el que uno trata de que no se le note mucho que quiere interceptar desesperadamente al camarero/a con la bandeja antes de que se acabe lo que tiene dentro «¿qué será eso? ¡no lo había visto antes» , «¡haz cola en el sushi, que los niños se lo van a comer todo!», «me apetece muchísimo ese bolcito de ceviche…o un kilo entero». Pequeños bocados apetitosísimos, perfecta y primorosamente presentados que pasan por delante de nosotros y son absolutamente  irresistibles.

Como fotógrafa de bodas, fotografiar los aperitivos es una tortura de lo apetecibles que son. Yo misma me voy preguntando qué será esto y aquello, cómo lo habrán preparado, me digo que tiene una pinta increíble y que ojalá tener buena mano para intentar hacerlos en mi propia cocina, así tan bonitos, tan vistosos. Una vez trabajé en una boda de la chef de un catering. Las novias se casaban en Palacio Monte Miramar, donde trabajaba una de ellas, y la comida consistió en dos horas de cóctel donde, os lo juro, el desfile de platos fue una locura. Ella había elaborado su propio menú y había añadido platos nuevos de su propia invención y lo que presentaban los camareros eran sencillamente obras de arte. Auténticos cantos a la imaginación y a la gula.

Por eso, estos tiempos volverán. Ahora estamos confinados en casa, tratando de estrujarnos el cerebro para cocinar algo nuevo con las cuatro cosas que nos quedan en la despensa, no queriendo salir al supermercado más que una vez por semana por responsabilidad y solidaridad hacia los más vulnerables, por miedo a contagiarnos y contagiar a los demás. Siendo comunidad y superando esto juntos. Pero volveremos a disfrutar de eso que a los españoles se nos da tan bien y que en Málaga el clima nos permite hacer tan a menudo: comer al aire libre con nuestra copita de vino y brindar por que todo acabó y podemos retomar nuestras vidas, reinventarnos si es necesario.

Mientras tanto, echémosle paciencia, tratemos de ser creativos y démonos algún homenaje en casa, si tenemos algo de mano a los fogones. La semana que viene, por ejemplo, es mi aniversario de bodas y como no podemos salir ni puedo hacerle ningún regalo a mi media naranja, trataré de crear ambiente cocinando juntos nuestro humilde propio cóctel de boda – o de aniversario de boda –  mientras bebemos un spritz. Nunca será igual que lo que veo en las bodas, al fin y al cabo ellos son profesionales de lo  «rico-rico» pero ¡no será por no intentarlo!» ¿Y las risas que nos echaremos?

 

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