Hace unos días hablábamos acerca de las ceremonias por la iglesia, hoy nos toca hablar sobre las bodas civiles. Para gustos, colores, claro, y si ya decíamos que lo religioso siempre aporta solemnidad, seriedad y que el rito está lleno de símbolos que nos hacen sentir cómodos pero al mismo tiempo nos deja muy quietos en el banco de la iglesia, respirando flojito, la boda civil es justo lo contrario.

Casarse en una finca, en un jardín, en la playa, bajo un árbol, en una nave industrial llena de luces, da igual, es menos solemne, es cierto, pero también es más fresco. No es ni mejor ni peor, se trata de lo que te guste a ti, pero es cierto que en una boda civil hay más espacio para que los novios y los invitados se expresen. Hay más lugar para la creatividad, para que los novios diseñen un rito a medida en el que cabe cualquier idea loca. Los invitados pueden participar de muchas maneras y, sobre todo, pueden reír, pueden llorar libremente, sin el peso del silencio que debe ser custodiado.

Que tu oficiante sea tu hermano, tu mejor amiga, la persona que os presentó, tu tío Manolo el bromista con más arte de la comarca, es un lujo. Puedes llamar a un concejal, al notario o incluso al alcalde, desde luego, pero de verdad que el hecho de que te case alguien importante para ti es un lujo. Es cierto que ya tienes que haber pasado antes por el registro para formalizarlo, pero todas las parejas que conozco que fueron unos días antes a inscribirse legalmente como parejas coinciden en que nada fue real, no estuvieron realmente casados, hasta que se dijeron el sí quiero delante de todas las personas a las que querían, lideradas por el oficiante u oficiantes elegidos. 

Básicamente, cásate como te dé la gana. Como más te guste, como te haga más feliz. Incluye ideas de otras bodas, desecha las que no te emocionen, cambia el arroz por los garbanzos, pasa de los anillos si no son lo tuyo, haz el rito de la arena en su lugar, o hazlo todo si no te decides. Canta si te apetece, márcate un baile en mitad de la ceremonia, recita un poema satírico. Es lo maravilloso de casarse fuera de una iglesia. que tú lo diseñas todo.

Si me preguntas a mí, como fotógrafa de bodas yo prefiero las ceremonias civiles por la luz. La luz natural es mucho mejor y el verde de los jardines son perfectos como combinación con vuestro tono de piel. Jugar con las luces y las sombras permite expresar muchas cosas. ¡Pero no tiene que gustarme a mí! Tiene que gustarte a ti.

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